AÑO DE LA FE
CREO EN EL ESPÍRITU SANTO,
CREO EN LA VIDA ETERNA,
CREO EN TU PALABRA,
CREO EN EL SERVICIO,
CREO EN LA IGLESIA,
CREO EN EL AMOR,
CREO EN TU LLAMADA...
MISA CRISMAL, JUEVES SANTO
VIERNES SANTO
"MIRAD EL ÁRBOL DE LA CRUZ
DONDE ESTUVO CLAVADA
LA SALVACIÓN DEL MUNDO".
"VENID A ADORARLO".
LA GLORIA DE LA PASCUA
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
31 de marzo de 2013
“¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” Esa es la pregunta que la comunidad de los
cristianos dirige en este día de Pascua a María Magdalena. Nosotros somos los
que creen si haber visto. Por eso nos atrevemos a preguntar a los testigos de
la primera hora qué es lo que han visto. En la mañana del aquel primer día de
la semana. En la mañana de nuestra fe.
“¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!”. En ese
grito gozoso de María Magdalena se concentra la fuerza de los versos de la
secuencia que se proclama en la liturgia de hoy. El amor es más fuerte que la
muerte y la esperanza verdadera no sucumbe cuando se agotan las ilusiones
inmediatas. El Resucitado es la fuente de la vida. Y el sentido para la vida.
El himno pone todavía en boca de Magdalena una
invitación que se dirige a todos los discípulos del Maestro: “Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis
los suyos la gloria de la Pascua”. El ministerio de Jesús comenzó en Galilea. Y
allí fue llamando a sus discípulos. Dispersados por el miedo, han de volver a
los orígenes. Y recobrar el aliento de la llamada.
VER Y CREER
El amanecer del primer día de la semana es evocado también en el evangelio que hoy se
proclama (Jn 20, 1-9). En la experiencia del amor, siempre se recuerdan con
gozo los momentos iniciales del encuentro. En la experiencia de la fe pascual,
los cristianos volvemos con gratitud a aquel amanecer que siguió a la condena,
a la muerte y a la sepultura de Jesús.
El texto
subraya la importancia de “ver”. Al llegar al sepulcro de Jesús, María
Magdalena se espantó. Vio la losa del sepulcro del Señor. Pero en el primer
momento no pudo ver al Señor que habían depositado en el sepulcro. De pronto
sintió que le faltaba la referencia última al Señor al que había seguido por
los caminos. El creer y el ver se unían en su recuerdo.
A falta del punto de apoyo que había encontrado en el
Maestro de los discípulos, fue a buscarlo en los discípulos del Maestro. Si
ella corrió a llamarlos, corriendo fueron ellos al sepulcro. Al llegar al
sepulcro vacío, Pedro “vió” las vendas y el sudario con que había envuelto el
cuerpo y la cabeza de Jesús, pero no se dice que creyera.
El discípulo amado entró también al sepulcro. Vio lo
mismo que Pedro y comenzó a creer. Pedro no había hecho todavía su profesión de
amor a su Maestro. Magdalena y el otro discípulo son recordado por su amor. Así
pues, para creer en la resurrección no basta ver con los ojos. Es preciso que
el amor nos acerque al misterio del Señor.
LA
MUERTE EN TI NO MANDA
El relato evangélico termina con una observación
importante: “Hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de
resucitar de entre los muertos”.
• Jesús había explicado a sus seguidores que tenía
que ser condenado y que le darían muerte. Pero los discípulos guardaban en el
corazón sus propias expectativas. Sus intereses personales no les permitían
descubrir el misterio de su Maestro. Para que la fe surja en nuestra vida no
basta con escuchar la palabra del Señor.
• Jesús había preguntado con frecuencia a sus
discípulos si entendían su mensaje. Ellos solían responder afirmativamente.
Pero el relato pascual nos revela que no es lo mismo entender la palabras del
Maestro que aceptar su entrega. El
proceso de la fe pasa por hacer nuestra la vida y la suerte del Señor.
• Jesús había anunciado una y otra vez que, a los
tres días de su muerte, había de resucitar de entre los muertos. Pero los suyos
se preguntaban qué significaba eso de resucitar. Ni antes ni después estaban
preparados para ellos. La culminación de la fe no se logra por las razones
humanas. Es siempre un don de Dios y una sorpresa.
- Señor Jesús, “primicia de los muertos, sabemos por
tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor,
apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa”.
Amén. ¡Aleluya!
José-Román Flecha Andrés
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN A TODOS
PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN.
Pascua 2013
Un año más, y con la alegría de la Pascua, sed bienvenidos
todos, cristianos de Villarrobledo, a este Encuentro de la mañana de
Resurrección.
Todos los que formamos la Iglesia estamos viviendo el Año de la Fe que proclamó Benedicto XVI
para invitarnos a fortalecer y afianzar las razones y las raíces de nuestra fe,
regalo que cada día tenemos que agradecer a Dios y a todos los que colaboraron
con su testimonio para que fuera posible.
Sólo desde la fe podemos entender y emocionarnos con los
acontecimientos que revivimos en este Encuentro.
Sólo desde la fe podéis participar -con ilusión y esfuerzo-
los miembros de las distintas cofradías y hermandades.
Sólo desde la fe podemos acercarnos, como María Magdalena, al sepulcro vacío y
creer que Jesús está vivo, que ha resucitado.
Sólo desde la fe acogeremos los testimonios de otros
creyentes y –como Juan- correremos
por el mundo buscando las señales de que Jesús ayer, hoy y siempre tiene poder
sobre la muerte. El discípulo amado no guarda para sí la Buena Noticia de que
Jesús vive para siempre. Corre a comunicarla a quien más necesitaba oírla: María.
Evoco a continuación unas palabras de Paco Melero, en esta Semana Santa, la primera desde que nos dejó.
Deseamos que ya esté compartiendo con Jesucristo su victoria sobre la muerte.
Así escribía:
“Es triste la vida sin esperanza, un anochecer sin aurora,
una muerte sin vida… Acompañamos a la Madre de Cristo que tan triste camina en
busca del Hijo de sus entrañas. No podemos decirle ´¡no llores!´; es muy grande
su dolor, pero sí debemos consolarla con la mayor Esperanza. Podríamos
repetirle aquellas mismas palabras: ´No está muerto, está dormido´.
Su manto es negro, como es el dolor de su corazón; ha
amanecido el tercer día de su Hijo crucificado. Los clavos que le clavan en la
cruz han herido su corazón de Madre y ya no le quedan lágrimas para llorar; y, como otra madre, busca y no encuentra.
Las que fueron al sepulcro le han dicho que allí no está; la
losa está corrida, los soldados duermen y los sudarios están por el suelo …
¡CRISTO RESUCITADO! Ella corre los caminos, san Juan le acompaña y las luces de
un nuevo sol le dejan ver la nueva vida… Al fin se encuentran. ¡Qué distinto
este encuentro al de aquel de la calle de la Amargura!... Corre, ahora sí puede
abrazarlo! Mientras las músicas cantan, deja descolgarse su manto de luto y
deja lucir el más hermoso verde que tú vistes, también como testigo de una
Esperanza”.
Con el recuerdo de este buen amigo y creyente, mi mejor deseo para todos
vosotros:
Que cada día el Señor nos aumente la FE.
D. Santiago Bermejo Martín
Párroco de San Sebastián
¡FELIZ PASCUA DE
RESURRECCIÓN!
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