PREGÓN PASCUAL
PASCUA 2017
De nuevo, un año más, y con la alegría de la Pascua, sed
bienvenidos todos, vecinos de Villarrobledo y visitantes, a este Encuentro de
la mañana de Resurrección.
Seguramente todos hemos tenido la experiencia de poner
semillas en una maceta, en un jardín o en el campo. ¡Y qué grande es la alegría cuando vemos que brota el
primer tallo verde! ¡Lo sembrado está germinando!¡La siembra no ha sido inútil!
Quizá este ejemplo nos ayude a entender lo que celebramos
ahora, durante toda la Semana Santa y cada Misa que celebramos: la Resurrección
de Jesús. Jesús mismo dijo que Él era el grano de trigo que se siembra, y se
pudre en el surco para que brote la espiga. Del Jesús entregado y muerto, brota
Cristo resucitado.
Antes he mencionado la palabra Pascua, que significa “paso”.
Jesús pasó de la muerte a la vida. Ya antes había pasado por pueblos y ciudades
“haciendo el bien”: llamó a unos cuantos “para que estuvieran con Él”, curó
enfermos, perdonó pecados, predicó una enseñanza nueva (el Evangelio) y revivió
muertos. Fue una siembra maravillosa de
amor y esperanza. Y su único fruto no fue su propia resurrección, sino todo lo
que provocó en los que le habían conocido, creído y seguido.
Aquel pequeño grupo de
discípulos, incluidas las mujeres, aquella Iglesia naciente era también un
fruto de la Pascua de Jesús. ¡Había merecido la pena confiar en Jesús, creer
sus palabras, aprender sus enseñanzas, estar con Él, … en una palabra: ser sus
discípulos!
La resurrección de Jesús y el don del Espíritu Santo van a
renovar sus vidas. Habían tenido muchos fallos en su discipulado (traición,
negación, egoísmo, …), pero los van a superar porque el Encuentro con el Resucitado
los transforma. A partir de ahora van a tener una nueva vida marcada por la
alegría.
La siente con gran fuerza María Magdalena cuando descubre el sepulcro vacío: ¡Jesús (el
Señor) ha pasado de la muerte a la Vida! La que había vivido como discípula del
Maestro, pasa a ser misionera, comunicadora.
Juan, el
discípulo amado, conoce la mayor alegría, la que tiene que ver con la Buena
Noticia: Jesús ha vencido a la muerte y vive para siempre.
Y la noticia llega a la Virgen,
a la que –como a tantas madres del mundo- habían arrebatado a su querido Hijo,
habían convertido en Dolorosa y
habían sumido en la Soledad. Vence
la alegría, se retira lo negro y triunfa el verde de la Esperanza.
Jesús se sembró con amor y dolor: ¿Estoy dando el fruto que
Él espera de mí?¿Se puede decir que mi vida es
fruto de lo que Él sembró?
¿Qué estoy sembrando yo con mis palabras, con mis hechos, con
el ejemplo que doy, con lo que los demás ven de mí?
Jesús nos llama para que seamos sus discípulos, para que
estemos con Él, cerca de Él, aprendiendo de Él, fijándonos en Él, siguiendo de
cerca su ejemplo y sus pasos. Que Él nos conceda el gozo, la alegría de ver
fructificar lo que cada día sembramos con amor, con ilusión y (a veces) con
dolor.
Jesús ha resucitado y vive para siempre en la Gloria y en el
corazón de todos los que nos sentimos discípulos suyos.
¡Feliz Pascua de
Resurrección!
Santiago Bermejo
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